¿Síndrome del impostor?
¿Alguna vez has tenido la sensación de que, a pesar de tus logros, en el fondo eres un «fraude»? ¿Crees que tu éxito se debe a la suerte o a que los demás se han equivocado al valorarte? ¿Tienes miedo constante a que «te descubran»?. Esto es el síndrome del impostor, y no es un trastorno, sino un patrón de pensamiento muy común.
¿Qué es exactamente?
Es esa vocecita interna que nos sabotea y nos dice:
- «Tuviste suerte esta vez».
- «Todos creen que eres mejor de lo que realmente eres».
- «Si yo puedo hacerlo, cualquiera puede, no es para tanto».
- «Pronto se darán cuenta de que no eres tan inteligente».
Este patrón nos hace atribuir nuestros éxitos a factores externos (suerte, timing) y nuestros fracasos a nosotros mismos («no soy lo suficientemente bueno»).
¿Por qué nos pasa esto?
Suele aparecer en personas responsables y autoexigentes. No está ligado al género, la edad o la profesión. A menudo, nuestros pensamientos automáticos negativos se alimentan de comparaciones y de estándares irreales de perfección.
Ahora te brindaré tips que te pueden ayudar a disminuirlo:

1. La Carpeta de la Evidencia (Contraataque con hechos)
Nuestra mente se fija en lo negativo. Esta técnica obliga a buscar pruebas reales de lo contrario.
Cómo hacerlo:
- Consigue un cuaderno o crea un documento en tu computador.
- Cada vez que recibas un feedback positivo, un correo de agradecimiento, completes un proyecto o simplemente hagas algo bien, ¡escríbelo! No lo desestimes.
- Incluye logros grandes y pequeños.
- Cuando la vocecita impostora aparezca, lee tu carpeta. Son hechos, no opiniones. Es la evidencia que demuestra tu valía.

2. El Análisis de Errores (Aprender, no condenarse)
Cambiar la forma en que vemos los errores. Dejar de verlos como «pruebas de nuestra ineptitud» y verlos como «oportunidades de aprendizaje».
Cómo hacerlo:
Cuando algo no salga como esperabas, evita el «¡lo sabía, soy un fraude!».
Hazte estas preguntas:
- «¿Qué puedo aprender de esto?»
- «Si un amigo cometiera este error, ¿Qué le diría?»
- «¿Qué haré diferente la próxima vez?»
Esto te convierte en un solucionador de problemas, no en un juez implacable de ti mismo.

3. Comparte tu sentimiento (Rompe el hechizo)
El síndrome del impostor crece en la soledad y el secreto. Cuando lo verbalizas, pierde poder.
Cómo hacerlo:
Elige a una persona de confianza (un compañero, un mentor, un amigo) y cuéntale cómo te sientes. Te sorprenderá descubrir cuántos se sienten igual. Verás que no eres el único y normalizar la experiencia.
En conclusión sentirte así no te define. Son solo pensamientos, no hechos. Con práctica y paciencia, puedes callar esa vocecita y empezar a reconocer y celebrar tus méritos de verdad.
Si te sientes identificado, la terapia psicológica puede ayudarte a construir una relación más sana contigo mismo y a valorar tus logros. Contáctanos y trabajemos juntos en tu salud mental.
