En los últimos años, muchos jóvenes y adultos han encontrado en redes sociales un espacio para informarse, compartir y hasta desahogarse sobre sus emociones. Sin embargo, también ha surgido una tendencia preocupante: el autodiagnóstico psicológico.
Seguro lo has visto: videos en TikTok o Instagram donde alguien dice “si te pasa esto, probablemente tienes ansiedad” o “si te comportas así, seguro eres depresivo”. En segundos, la etiqueta ya está puesta. Pero ¿qué tan cierto es esto?
El atractivo de las respuestas rápidas:
Vivimos en un mundo donde queremos soluciones inmediatas. Si algo duele, buscamos en Google. Si sentimos tristeza o cansancio, abrimos un reel esperando encontrar un nombre para lo que sentimos.
El problema es que la salud mental no funciona con atajos. Una etiqueta sacada de internet no reemplaza una valoración profesional, y puede llevar a consecuencias serias:
- Creer que tenemos un trastorno que en realidad no existe.
- Minimizar un problema real pensando que “es normal”.
- Adoptar comportamientos que empeoran el malestar.
Como señala la UNICEF, este fenómeno ha ido creciendo porque las redes sociales ofrecen información “rápida y cercana”, pero no siempre verificada ni adecuada para cada persona.
¿Por qué nos cuesta tanto esperar?
Una de las grandes dificultades que encuentro en consulta es la intolerancia al malestar. Queremos que la incomodidad desaparezca ya. Pero las emociones son como señales de tránsito: si las ignoramos o interpretamos mal, podemos terminar en un camino equivocado.
Por ejemplo:
- Sentir cansancio no siempre es depresión, puede ser falta de sueño o estrés acumulado.
- Estar nervioso antes de una entrevista no es necesariamente ansiedad patológica, puede ser simplemente una reacción normal del cuerpo.
- Cuando nos apresuramos a diagnosticar sin evidencia, le damos a nuestro cerebro una respuesta rápida pero falsa, y eso nos aleja de la solución real.
- El riesgo del “soy así”
Otro problema del autodiagnóstico en redes sociales es que puede convertirse en una identidad:
- “Es que soy ansioso, no puedo cambiar”.
- “Como soy depresivo, no me esfuerzo”.
Estas frases generan una trampa mental: en vez de buscar herramientas para mejorar, nos resignamos. Y lo que era un malestar pasajero, puede volverse más intenso y limitante.
¿Qué hacer en lugar de autodiagnosticarte?

1. Escucha tus síntomas como señales, no como sentencias
Si algo se repite o interfiere con tu vida diaria, vale la pena prestarle atención.

2. Filtra la información en redes:
No todo lo que ves aplica para ti. Las experiencias ajenas pueden ser válidas, pero no reemplazan un diagnóstico clínico ni un proceso terapéutico.

3. Busca ayuda profesional:
Un psicólogo o psiquiatra puede orientarte con base en tu historia personal, no en un video de 30 segundos.

4. Aprende a tolerar la incertidumbre:
No siempre sabremos de inmediato qué nos pasa. Practicar la paciencia es parte del proceso de sanar.
Es probable que en algún momento las personas duden sobre sí mismas, eso no los hace menos capaces, sin embargo, si notas que las dudas son más frecuentes o te causan un malestar intenso puedes buscar ayuda psicológica para enfrentar esas dudas y trabajar en tu bienestar.
Las redes sociales pueden ser útiles para informarnos y sentirnos acompañados, pero no son un consultorio psicológico. El autodiagnóstico puede darte una respuesta rápida, pero no necesariamente la correcta. Cuidar tu salud mental requiere tiempo, autoconocimiento y, muchas veces, acompañamiento profesional.
