El duelo es el proceso de adaptación emocional por el que pasamos después de una pérdida, que puede ser la muerte de un ser querido, de una mascota, la pérdida de un objeto, de un empleo, de un ideal, de un proyecto, entre muchas otras situaciones que pueden representar una interrupción definitiva de algo.
Se pueden sufrir diferentes síntomas emocionales y físicos como: ansiedad, miedo, culpa, dificultades para dormir, confusión, negación, depresión, tristeza, shock, etc.
Lo primero que debemos entender es que el duelo es un proceso, no un estado y por esto se divide en varias fases o tareas requieren esfuerzo. En este blog haremos referencia al duelo por fallecimiento de una persona, pero son las mismas fases en cualquier tipo de duelo:
1. La primera fase es aceptar la realidad: Cuando ocurre una muerte las personas suelen entrar en una fase de Negación, que es la sensación de no poder creer la noticia. Aquí es donde vemos que muchas personas dicen “no, no es cierto”, o que algunas se desmayan, que llaman a la persona que se murió, etc, pues lo que hace la mente ante una noticia tan fuerte es protegerse negándolo, mientras se puede ir aceptando la pérdida poco a poco. Suele ser más fuerte cuando es una muerte inesperada. Esta fase se realiza a medida que la realidad se va imponiendo cuando vemos que la persona no responde, no llega, etc. y también los rituales de duelo nos ayudan mucho en este proceso de ir aceptado la realidad, que además requiere tiempo, y en el cual es importante nombrar la pérdida y los detalles que la rodean, es decir, que le paso, donde ocurrió, como, etc
2. Trabajar emociones: Será un momento en que experimentemos prácticamente todas las manifestaciones de un duelo, posiblemente sea el más largo de todos. Aquí lo que podemos hacer es darnos al dolor, por decirlo así; es expresar lo que sentimos, dejar fluir, hablar y hablar, esto es terapéutico y además nos sirve para encontrar el significado a las emociones, pues por ejemplo las lágrimas no siempre son tristeza, y hay emociones que tienden a reprimirse en el duelo, como la ira, la culpa y la soledad. Es importante buscar personas que no les importe escucharnos decir casi lo mismo muchas veces; evitar al máximo bloquear los sentimientos o salir de viaje tratando de huir del dolor.
3. Adaptarse al mundo sin el otro: Cuando alguien muere es donde nos damos cuenta de todos los roles que tenía, pues además de la pérdida física de una persona se pierden más cosas, sobre todo si vivíamos con ella, entonces aquí se evidencian pérdidas secundarias, como “es que era quien me recogía”, “quien me hacía el café por la mañana”, “quien llevaba los niños al colegio”, etc., también nos damos cuenta de lo que esa persona nos daba, como influía en nosotros y lo que nosotros dábamos a esa persona. Entonces nos vemos obligados a acomodarnos a un mundo donde ya no tenemos nada de esto, buscando una manera de afrontarlo y de resolver si los roles que tenía el fallecido.
4. Recolocar emocionalmente a la persona que se perdió: es un proceso de recordar sin dolor, no es de olvidar, sino de volver a sentir interés por la vida. El objetivo es que podamos transformar la relación física que teníamos con el fallecido en una relación simbólica, encontrar la manera de recordar al ser querido, llevándolo con nosotros pero siguiendo con nuestra vida. Y hay que tener presente que seguir adelante con la vida no es traicionar a la persona fallecida.
Es de aclarar que en el proceso de duelo hay muchos altibajos, un día podemos sentirnos mejor y al siguiente estar muy decaídos, y las etapas que acabo de describir no son lineales u ordenadas, es decir, podemos pasar por alguna etapa y devolvernos a otra o podemos realizar varias al mismo tiempo.
¿Cuándo termina un duelo?
No es posible establecer un plazo, se dice que un año, dos, pero la verdad es que es diferente para cada persona, un indicador de que el duelo está terminando es que la persona puede recordar al fallecido sin sentir dolor, o sea siempre va a haber alguna tristeza, pero no ese dolor intenso que había antes.